Estimados lectores y amigos,
Hoy puedes adquirir de forma gratuita mis dos novelas musicales. goo.gl/8AMkVl
No olvides de leer y escuchar las canciones. Un abrazo desde Lima Perú.
Gonzalo
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No olvides de leer y escuchar las canciones. Un abrazo desde Lima Perú.
Gonzalo
El 16 de marzo del año 2003 era la primera vez que viajaba al extranjero, aunque la enésima que estaba en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Tenía experiencia en despedirme de personas queridas, por lo general amigos y familiares. Por eso es que en lugares así, uno puede sentir nostalgia y alegría pero también tristeza y desesperación. Las ráfagas de viento que atraviesan el aeropuerto generan una sensación de libertad en los viajeros, pero escalofríos en aquellos que no tienen un boleto de avión. Esta vez quería escapar de la ciudad y país donde había nacido: Lima – Perú.
Al ingresar a la oficina de control solicitaron mi pasaporte y tarjeta de embarque mientras calculaban el peso de mi maleta; en ese momento yo pensaba que más fueron las personas que conocía que atravesaron aquel lugar para irse que las que regresaron alguna vez. A veces yo jugaba con la idea de que el aeropuerto fuese una especie de máquina teletransportadora en su fase experimental: experimental porque en ciertos casos las personas nunca regresaban. En ese error o falla del sistema radicaba su esencia de máquina sin terminar. Pero tras la partida de tantos seres queridos, empecé a considerar el viaje como una posibilidad de escapar de un lugar y de un tiempo: de mi ciudad y de los últimos meses que allí había vivido.
Esa noche abandonaría todo por algunos días. Esperaba regresar pero al mismo tiempo hacía planes para no regresar. Quizá a mí también me correspondía desaparecer en el aire.
─¿Destino? ─preguntó la encargada del control de embarque.
─Santiago de Chile ─contesté.
─Asiento 13b, sala de embarque 18.
También me hubiera encantado conocer Madrid y Londres, pero no me alcanzaba el dinero. Lo más cercano al Viejo Continente eran mis gustos por los grupos británicos que usualmente sonaban en mi estéreo.
Horas antes de llegar al aeropuerto había ido a buscarla. Quería verla antes de partir. Quién sabe si sería la última vez. La vi en la puerta de su casa. Llevaba el cabello sujetado: mala señal, significaba que no estaba nerviosa, y por tanto, distante.
─¿Por qué has venido? ─preguntó.
─Quería despedirme ─contesté─. Me voy de viaje.
─¿Adónde?
─Chile.
─¿Algún concierto?
─No, es solo para conocer.
Ella sabía que Santiago también era una opción para disfrutar de conciertos y festivales. Alguna vez habíamos hablado de viajar juntos para ver a alguno de mis artistas favoritos aun cuando no le gustaran. Ahora había escogido otro camino al estar con otro individuo.
En sus ojos había cierto brillo como si fuese a llorar, pero insistía en mostrarse indiferente. Por eso, antes de cerrar la puerta, solo me dio un beso en la mejilla y me deseó un simple “Feliz viaje”.
─¡Espero que seas feliz con él! ─le dije con cierto resentimiento mientras me alejaba.
─¿Qué es lo que quieres de mí? ─me cuestionó.
En mi mente empezó a sonar [Monaco – What Do You Want From Me?] mientras me imaginaba cantándole esa canción:
“What do you want from me?
It’s not how it used to be.
You’ve taken my life away
Ruining everything”.
─Solo quiero que recuerdes mis canciones ─pronuncié mientras subía al taxi que me llevaría al aeropuerto. Me recriminaba el haber ido a su casa.
Ya en la sala de embarque ajusté mi reloj en dos horas más para tener la hora de mi destino. Mientras esperaba abordar, empecé a tomar apuntes de lo que sería mi viaje y me percaté de que yo era la única persona que viajaba solo: la mayoría de los pasajeros conversaba con alguien, mientras que yo solo cantaba algunas canciones que sonaban en mis audífonos. Las notas para escapar ayudarían a cerrar mi pasado frente a lo nuevo.
Cuando la nave despegó observé cómo se formaba la ciudad con aquellas luces que iluminan las calles de noche. Era muy emotivo pensar que en ese laberinto luminoso yo había pasado toda mi vida. Mientras escuchaba mis canciones, recordaba algo más: aquellos discos con las canciones que había grabado para ella, discos que al principio fueron para mostrarle mis gustos musicales pero que finalmente se convirtieron en pruebas de mi amor. Ahora esperaba que esas canciones también funcionaran en situaciones adversas como este momento, en el cual nos separábamos cada vez más. En el avión, la distancia entre nosotros continuaba creciendo. Entonces empecé a cantar [Stone Roses – She Bangs The Drums]:
“I can feel the earth begin to move
I hear my needle hit the groove
And spiral through another day
I hear my song begin to say:
Kiss me where the sun don’t shine
The past was yours
But the future’s mine
You’re all out of time”.
Esta vez la música me ayudó a no tener miedo a las alturas. Y sabía que me ayudaría a recorrer un camino totalmente incierto..
(Esto es un extracto de la novela corta: Canciones para escapar)
Disponible gratis en Amazon hasta el 15 de febrero del 2016
Disfruta de la banda sonora en Spotify
Las luces nocturnas de esta ciudad encierran un miedo socavado y cada historia conduce a finales inciertos, inevitables y otros deseados. Cada lugar posee un misterio, una magia, la señal de un sueño y un deseo materializado. La noche hace que la música encierre cada uno de mis sueños.
La garúa cae sobre esta ciudad. Cada farol encierra una luz distinta. Cada paso es una aventura inesperada y un silencio continuo a la espera de la siguiente canción. En esta calle solo están los sonidos del viento y esa canción que se ha repetido cada día. Ya no deseo volver en el tiempo porque ahora sé que todo lo que sucedió fue porque yo lo hice.
El silencio es complejo. En cada silencio hay un suspiro y una pasión. El silencio es mi compañía pero no mi aliado. La música envuelve cada lugar que veo y siento, cada deseo y pasión por ti. Cada canción es una caja donde reposa todo lo que significa sentir en estos días. Las luces se apagan, el silencio apaga cada luz de esta ciudad, pero la canción continúa. El silencio no es de héroes y tampoco de nosotros. La garúa también es mi destino. Mis pasos son señales que dejo en este tiempo para ti.
Esta calle silenciosa donde te vi por última vez sabe de mi dolor y mis pensamientos. Quisiera volver a soñar y poseer esa habitualidad para dibujar cada uno de mis caminos y así me puedas encontrar antes de mi alegría. La felicidad es el último segundo de vida donde se recuerda todo lo que destruyó al silencio. Entonces, la felicidad es una canción.
Recuerdo su mirada. Ahora solo quiero cerrar los ojos y soñar que ella y yo caminamos por las calles donde el silencio no interrumpe el tiempo.
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Extracto de la novela corta: Canciones para escapar
Disponible gratis hoy 27 de noviembre por Black Friday
El día 5 y 6° de noviembre la novela #CancionesParaEscapar estará disponible de manera gratuita en Kindle Amazon.
No pierdas esta oportunidad para descubrir mi mundo musical-literario.
Reseña:
¿Qué tiene en común la música con la literatura? En principio, está su sentido del ritmo, la voluntad de transmitir sentimientos y la posibilidad de llevarnos a la dimensión de los recuerdos. No es poca cosa: es la clave de una obra completa. Como en los musicales de Hollywood, el autor establece una amena coreografía con una serie de vivencias donde las letras de las canciones son fragmentos de los diálogos de sus personajes. Así, los temas del britpop ─aquellos que enarbolaron bandas británicas como Blur, Pulp, Oasis y Suede en los años noventa─ son el marco referencial para entender por qué un joven peruano decide viajar a Chile y descubrir y olvidar amores casi de manera simultánea.
Entre país y país él descubrirá que su peregrinaje es la metáfora de su propia trayectoria sentimental.
Con Canciones para escapar, los lectores podrán experimentar la ambivalencia de la música mientras leen: alegría y tristeza, risas y lágrimas a la vez, pero al final de todo siempre una lucha contra el tiempo y la soledad.
Disponible en formato digital en Amazon:
Disfruta de las canciones que se incluyen en el cuento:
Solo tienes que tener kindle app para acceder
Origen: Canciones para escapar: un cuento con música incluida
Loveless
Loveless también es el nombre de una canción y de un disco que cada noche se repite en el equipo. Sentado en aquel deslucido sofá, el hombre escucha su música envolvente y canta una canción acerca del tiempo. Es un shoegazer y se siente solo y lejano de conciertos en otras ciudades.
Una ráfaga de viento entra a la habitación y sacude su largo cabello oscuro y su camisa negra se ajusta a su dorso. En sus ásperas manos lleva una guitarra eléctrica y sus penas desaparecen cuando la rasga. Ahora observa hacia la calle y piensa en esa mujer prohibida a la que no le gustaba su música.
─¡Deja de hacer ese maldito ruido! ─grita alguien de pronto.
Deja la guitarra a un lado y se viste para salir. En las calles no encuentra ninguna señal para él. Solo percibe nombres de personas, cafés y calles con nombres de combatientes de la guerra con Chile. Busca en su bolso unos cigarrillos y se dirige hacia un mirador. Quiere pasar allí la tarde.
Camina por una acera con piedras talladas en forma de ladrillos que muestran el fin de un camino. En el suelo yacen moras que no fueron recogidas. Parece un lugar de suicidas o de encuentros furtivos, o tal vez un aposento de hombres destruidos. Los arbustos se mecen con la brisa del océano y los asientos de madera muestran versos mágicos que crearon sueños y apagaron vidas. Aquel lugar ha sido testigo de encuentros y despedidas al mismo tiempo. Ahora solo queda el silencio.
En un rincón hay una mujer atractiva en cuyo rostro se esconden intrigas. Se acerca a Loveless.
─Te he estado esperando ─le dice ella.
─Solo pude venir caminando ─contestó él.
─La próxima vez no demores, no hay mucho tiempo.
─Solo pude caminar.
Ella le acaricia las manos. Luego le acomoda la camisa. Ambos escuchan el entrechocar de las olas con más detenimiento. Es un sonido profundo. Sus miradas se adecuan a los lentos movimientos de las olas; el agua se refleja en sus ojos. Los recuerdos se unen en aquellos momentos mágicos que se dieron solo en cada noche de luna menguante.
─¿No quieres decirme algo? ─le pregunta la mujer.
─Solo vine a verte.
El atardecer se termina. En el horizonte el mar acaricia el sol. En ese instante él extrae de su bolso unas cartas.
─¿Por qué me devuelves esto? ─se sorprende ella con un estremecimiento.
─Deberías leer lo que me escribiste hace un tiempo. Quizá te ayude a sentir como antes.
─¿Estás devolviéndome mis cartas?
─No, solo te las presto ─le dice y le acaricia el rostro─. También he traído una fotografía para ti.
En la imagen ambos aparecen juntos. Las luces de los faroles recaen en esa escena que es la única evidencia de su relación.
─Ya es de noche, debo irme ─dice ella.
─¡No! ─exclama él─. ¿Cuándo llegará el día que tengas más tiempo para mí?
Loveless decide marcharse por ese camino empedrado. Se da media vuelta sin decir otra palabra y sin ninguna pena. La mujer se queda con la foto, las cartas y una nueva soledad.
Loveless llega a su habitación llena de recuerdos, cigarrillos y pastillas en el suelo. Enciende el equipo de música y observa otra fotografía de ella. En la expresión de su rostro halla la felicidad de no estar solo.
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Loveless es un relato corto que se encuentra dentro del cuento «Canciones para escapar«. Disponible en Amazon.
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